Generalmente habrás leído artículos relacionados a la copa menstrual y a pesar de que acá también vamos a tocar el tema, la perspectiva planteada abarca una mirada hacia el interior.

De lejos podría parecer extraña su relación, pero a lo largo de tres años de investigación con mujeres colombianas de distintos estratos sociales, edades y niveles educativos, algo sí he evidenciado. La mujer que se atreve a usar la copa menstrual está hastiada de las molestias físicas, las irritaciones, las descargas inesperadas y los riesgos íntimos de usar toallas y tampones desechables. Aquellas que se arriesgan a probarla, deciden librarse de la industria sanitaria, porque quieren sentirse libres de productos desechables y sus molestos efectos secundarios.

La copa menstrual es un oasis en medio del desierto de desinformación en el que estamos, porque la menstruación es solo un proceso natural que atraviesa cada mujer y socialmente morimos de pánico solo al pensar en mancharnos en público, por eso los productos de higiene femenina venden una imagen de seguridad en su campañas, así con el tiempo uno se acostumbra a las manchas, los olores, la irritación y hasta la infección. El sistema nos controla desde nuestros úteros, nos invita a ser sumisas, a no saber mucho del periodo menstrual y a quedarnos con las preguntas por pena, pero lo peor es que nos lavan el cerebro cada vez que asumimos el ciclo menstrual con asco, pereza e inconformismo… porque finalmente nos manipulan con palabras como loca y enferma.

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La buena noticia es que existen opciones para empoderarse, la copa menstrual es una alternativa bastante antigua y por lo general aquella mujer que utiliza el método reutilizable, es decidida y arriesgada, está mentalizada en buscar lo mejor para su salud y quiere conocerse completamente, pero además piensa en el medio ambiente. Entiende la magnitud del cambio y se da cuenta que no tiene por qué llenar la basura del baño con desechables inservibles, si su sangre en estado natural es el mejor indicador de salud.

Llevo usándola 4 años y lo más importante es que el producto invita a conocerte, a palpar las paredes de la vagina, hacer movimientos de kegel para sacarla, fortalecer la base pélvica y observar la verdadera consistencia de tu menstruación. Usar la copa es una experiencia interesantísima, a un costo irrisorio frente al gasto que se tiene en toallas y tampones. Para algunas atreverse al cambio es un paradigma, les parece grande, creen que es molesta o que no les cabe, pero lo que es cierto, usar la copita es cuestión de actitud y de querer conocer más de una misma.